“Si la vida puede en ocasiones ser ingrata, en la cocina siempre hay algo bueno que esperar. Por eso la mesa es de las mejores maneras que los hombres hemos encontrado para cortejar la felicidad y celebrar el acto gratuito de existir: algunos momentos, platos, vinos y compañías nos dejan la ilusión de que, siquiera sea por un instante, el mundo está bien hecho”. En “Comimos y bebimos. Notas de cocina y vida”, el escritor madrileño Ignacio Peyró realiza un recorrido por un año gastronómico, en el que despliega en sus 12 meses (y muchas mesas) una vasta cantidad de recuerdos, de experiencias y de referencias que son, sobre todo, una ingeniosa y ágil mezcolanza entre literatura y cocina.


Las páginas de “Comimos y bebimos” maridan a la perfección con Las Mamblas: fiel reflejo del carácter Arlanza, del terroir de Covarrubias, es la mejor expresión del tempranillo ancestral en su límite norte de cultivo junto con otras variedades como la garnacha, el bobal o la mencía. ¿Cómo es Las Mamblas? En nariz, nos recuerda a frutos rojos en sazón y fruta negra fresca con matices de notas herbáceas balsámicas y ligeras notas especiadas. Y tiene un paso por boca aterciopelado y fluido con un final aromático y largo, perfecto para beber y paladear mientras leemos y saboreamos un libro como este. A su vez, es tan versátil que combina tanto con ensaladas y arroces, en verano, como con otros más contundentes, en meses más fríos, como carnes a la brasa o pescados asados.

Volvamos a la lectura: en “Comimos y bebimos”, septiembre es el mes de “Primer y último gazpacho” o de “Besarse entre las cepas”; octubre, de “La última ronda de nuestra juventud” e “Importador de música y compositor de vinos”; noviembre, el de “Por qué no ser un esnob del vino” y diciembre, el de “Burdeos, Borgoña y las pasiones contrarias”. En esta obra, Peyró también habla de vinos y afectos, de los hombres y el vino blanco o de aquel día que compró un Oporto en una gasolinera.

“Vinos así lo son todo o casi todo -pero, al mismo tiempo, vinos así tardan en darse. Hoy queremos un café y apretamos el botón de la Nespresso, pero el vino todavía nos enseña que -para las mejores cosas de la vida- a veces hay que esperar”, reflexiona Peyró. Y Las Mamblas de Valtravieso, que forma parte del proyecto Viñedos Olvidados, es uno de esos vinos. 
Este tinto de villa, tan atlántico y elegante, comparte algunos atributos con la obra de Ignacio Peyró: ambos son frescos y directos, precisos y honestos. Y así es como también deberían ser todas las mesas de las que habla Peyró y que, siempre con vino, se acaban convirtiendo, incluso a veces de manera espontánea, en una celebración de la vida.