Alberto Ortega, nacido en Aranda de Duero (Burgos), es Ingeniero Técnico Agrícola y Licenciado en Ciencias Ambientales. Y, desde hace cinco años, Técnico de Campo de Valtravieso en la Ribera del Duero. Charlamos con él para adentrarnos de lleno en el mundo vitivinícola y conocer más acerca de su labor.

¿Qué vino bebes, Alberto?

“El 90% de lo que consumo es tinto, aunque también bebo algún rosado. Desde que trabajé en una tienda de un amigo que vendía vino, supe que quería acabar trabajando en una bodega”.

¿Por qué Valtravieso?

“Conocí a Ricardo Velasco, Enólogo y Director Técnico de Valtravieso, haciendo el Curso de Especialista en Viticultura. Justo en ese momento estaban buscando a alguien para gestionar el viñedo… y de eso hace cinco años”.

¿Qué balance haces de este tiempo que llevas en Valtravieso?

“El resumen es muy positivo, porque me he ido desarrollando como profesional y he aprendido mucho desde el primer año. Siento que he ido evolucionando a medida que lo ha ido haciendo Valtravieso. El proyecto es muy bonito y tiene un gran potencial, ya que empezó con la mitad de hectáreas que va a tener en el futuro. Y a la vez, tenemos muchas variedades (todas las permitidas en la Ribera del Duero) y tanto viñedo viejo como nuevo”.

¿En qué consiste tu trabajo como Técnico de campo de Valtravieso?

“Mil rol es muy dinámico y cambia en función de la época del año: en enero empezamos con las podas, a gestionar la cuadrilla, vamos planteando cómo va a ser el año… A partir de abril empieza la viña a brotar y salimos más al campo, paseamos por toda la viña para ir viendo todas las tareas que hay que hacer, como gestionar a los tractoristas, observar el suelo, ver si hay enfermedades y diagnosticarlas o preparar los tratamientos. A partir de finales de septiembre, llega la vendimia y recogemos lo sembrado durante todo el año. Cuando acaba, hay que hacer más papeleo: ver los números de las horas de trabajo, los rendimientos de la viña, los gastos… y, si vamos a plantar, preparar todo. En invierno hacemos más horas de oficina”.

¿Habías tenido relación con el mundo del vino anteriormente?

“Hace años, mi familia tenía viñedos en Fuentecésped (Burgos). Y además, mientras estudiaba, trabajé en el campo y como bodeguero en una bodega durante varias vendimias”.

¿Cuál es tu vino favorito?

“El VT Vendimia Seleccionada, es un vino muy completo y diferente. Me gusta guardar los vinos 3 ó 4 años para que se redondeen en botella, no suelo beber vino del año”.

¿Cómo está siendo este año en el campo?

“Venimos de un año pasado que fue el más seco de los últimos, ya que en invierno no llovió, por lo que la sequía viene desde entonces. Este año, como ha nevado algo, hemos tenido algo de agua en invierno. Al campo le hace falta agua, pero en el viñedo estamos bien. En abril ha habido temperaturas altas y la planta ha empezado a brotar antes de tiempo, por lo que el estado fenológico de las plantas está siendo bastante avanzado”.

¿En qué proyectos estáis inmersos ahora?

“Estamos certificándonos en ecológico: se necesitan tres años de conversión y estamos en el segundo, por lo que el año que viene nos darán el certificado oficial y podremos hacer vino con etiqueta ecológica”.

¿Se certificarán todos los vinos?

“Lo que se produzca con nuestras uvas podrá ser ecológico si nosotros queremos que lo sea. En el viñedo nunca hemos utilizado herbicida, pero también hay que pasar auditoría en bodega. Y si compramos uva a un agricultor que no la trabaja en ecológico, tenemos que hacer un lavado especial para que no haya contaminación”.

¿Y en temas de I+D?

“Actualmente tenemos en marcha un proyecto de I+D+i: estamos haciendo un estudio sobre el viñedo porque pasa una línea de alta tensión y queremos analizar el suelo, la planta, la uva e incluso el vino”.

¿Cómo ves Valtravieso en el futuro?

“Estamos en la situación geográfica y física que ahora quieren muchas bodegas, ya que Valtravieso ya se encontraba en altura cuando nadie apostaba por ella. Es una bodega con un grandísimo potencial por varias razones. Aquí tenemos viñedos con más de 40 años en altura y no solo de tempranillo sino de diferentes variedades. Desde hace unos años, además, estamos creciendo: teníamos 40 hectáreas pero ahora va a haber otras 40 en las que vamos a ir plantando poniendo nuevos clones, variedades que vemos que pueden ser interesantes para realizar un buen vino y que en 5-10 años van dando la cara. Eso es interesante porque cada vez tenemos más viña y compraremos menos uva, por lo que iremos teniendo el control de todo. Además, en el plano humano, estamos formando un equipo más técnico y con mucha experiencia. Esa profesionalidad y esa pasión se reflejan siempre en el producto. El futuro es prometedor”.