Desgranamos, con la ayuda de Pablo González Beteré, consejero delegado de Bodegas Valtravieso, todas las claves sobre nuestros vinos de altura. 

1.El origen

En los años 80, unos cuantos viticultores decidieron plantar sus viñas en páramo con cierta altitud en la Ribera del Duero, de forma experimental, confiando en que se obtuviera uva de calidad para elaborar sus vinos. Con el paso del tiempo y el cambio de las condiciones medioambientales, estos terrenos singulares en altitud, junto con las características propias del terreno arcillo-calcáreo, nos han permitido obtener vinos elegantes, verticales, frescos, profundos y con mucha personalidad. “Hace unos años optamos por ser diferentes. No queremos renunciar a lo que es la Ribera del Duero pero queremos expresar lo que es un vino de páramo calizo en altitud porque es nuestro hábitat”, explica González Beteré.

2.Las características de nuestro páramo calizo en altitud

Nuestra finca “La Revilla”, en la que se encuentran nuestros viñedos, está a 915 metros de altitud y se sitúa en un páramo asentado sobre suelo calizo, entre dos valles, el de Esgueva y el del Duero. “Trabajar en altitud es un gran valor diferencial porque nos condiciona muchísimo los procesos de maduración de la uva. Y esa diferenciación viene por el páramo: nos aporta la combinación entre altitud y suelo calizo poco profundo, en el que la roca aflora cuando trabajamos la viña”. Como afirma González Beteré, una de sus singularidades es que la erosión producida por las corrientes fluviales ha permitido dejar ver los antiguos suelos marinos creados por sedimentos de origen animal y conchas dando lugar a la actual roca protagonista, principalmente calcárea y con alguna veta arcillosa en la superficie.