“Mi variedad fetiche siempre ha sido la monastrell, como valenciano que soy”, nos confiesa Ricardo Velasco, enólogo y director técnico de Bodegas y Viñedos Valtravieso. Y fue en la D.O. Jumilla donde encontramos interesantes parcelas prefiloxéricas con viñedos de monastrell en pie franco que el tiempo había ido arrinconando. Así es como Viñedos Olvidados eligió este como uno de sus destinos. ¿O quizá fue al revés?

Esta zona se caracteriza por sus suelos calizos, por un clima continental de escasas precipitaciones con influencia del Mediterráneo y porque sus viñas están situadas a altitudes comprendidas entre los 400 y los 1000 metros. Y cuando la filoxera arrasó amplios territorios europeos a mediados del siglo XIX, pocas parcelas se salvaron de ser afectadas. La peculiaridad es que algunas de esas supervivientes están en la D.O. Jumilla. En concreto, en el término municipal de Fuente Álamo (Albacete). En dos de ellas, de cultivo tradicional en pie franco y sobre un suelo muy calizo y rocoso, son las que Valtravieso ha trabajado para crear el vino Pie Firme. Son tan especiales como bucólicas por su ubicación y la disposición de sus viñas viejas, ya que una de ellas está oculta en un bosque y a una altitud de 880 metros sobre el nivel del mar. Por eso Pie Firme es un vino con carácter que refleja a la perfección la altitud y la caliza, elaborado con uva monastrell en pie franco, la variedad autóctona de la zona. 

“Vinificamos esas uvas y el resultado nos encantó. Fue como un viaje al pasado”, explica Ricardo Velasco. Pie Firme tiene notas a garriga, a monte bajo, a tomillo, a romero: eso es la monastrell. “Es como si hubiéramos embotellado el paisaje, ya que todas esas hierbas aromáticas están en los márgenes, en los bosques”. 

Y a pesar de que la D.O. Jumilla se caracteriza habitualmente por vinos de corte mediterráneo y con mucha graduación alcohólica, Valtravieso, en este caso trabaja la variedad Monastrell desde un enfoque más fresco y más vertical, sin sobremaduración. “Por eso se ha vendimiado en el punto adecuado para encontrarnos esa frescura en el vino, para aportarle menos madera y más fluidez, verticalidad y profundidad”. Tanto es así que esta nueva creación encaja a la perfección con el estilo propio de la casa: vinos finos y elegantes en los que la madera acompaña pero no enmascara la personalidad de la uva. “La combinación de una uva de pie franco en altura en suelo calizo con una elaboración cuidadosa y suave y una crianza en grandes volúmenes -en fudres de 2.000 litros- de 20 meses ha hecho que consigamos algo que se aproxima mucho a lo que estábamos buscando”.

Y hasta aquí nuestro viaje a la D.O. Jumilla, que prometemos continuar…