Carlos, ¿cuál es tu función dentro de Valtravieso, como director comercial nacional?

“Me encargo de la parte estratégica: objetivos, canales de venta, posicionamiento del producto, de la gestión del equipo de ventas nacional y de la búsqueda de nuevas oportunidades”.

Suponemos que no hay dos días iguales, pero… ¿cómo es un día en tu jornada profesional? 

“Cuando no estoy viajando trabajo desde el despacho toda la parte de oficina que requiere del punto anterior, pero siempre saco tiempo para visitar clientes y compartir el día a día de la hostelería, que me fascina”.

¿Qué es lo que más te gusta de tu trabajo?

“Me encanta vender experiencias, que es lo que al final transmite una botella de vino: momentos, vivencias y emociones”.

Ahora que llevas un tiempo en la empresa, ¿cómo ves Valtravieso desde dentro?

“Somos una bodega familiar pero con un equipo de gente muy joven y muy cualificado. El proyecto de Vinos de Páramo es realmente diferenciador en la Ribera del Duero y es producto del terroir calizo que tenemos y de la filosofía con que hemos impregnado este proyecto”.

¿Cuáles son tus vinos favoritos de Valtravieso?

“Soy muy fan de nuestro último lanzamiento, Valtravieso Vino de Finca, que me parece realmente maravilloso”.

Sabemos que eres muy activo en redes, ¿cómo ves al sector vinícola desde el punto de vista digital?

“Lo veo todavía por desarrollar, con respecto a otros sectores. Aunque se ven cada vez más proyectos haciendo cosas muy rompedoras, nuestro sector sigue siendo bastante tradicional. Lo que sí es cierto es que el mercado online de vino sigue creciendo sobre todo desde la parte más cualitativa: poder comprar vinos raros ya es accesible para todo el mundo”.

¿Qué te aportan las redes a nivel profesional?

”Para mí son el catalejo para explorar nuevos mercados, tendencias y sobre todo ver qué acciones se hacen en nuestro sector: ¡confieso mi lado más curioso aquí!”.

Sabemos que vas a muchos restaurantes… ¿hay alguno que te haya sorprendido especialmente en los últimos tiempos?

“Es difícil, porque afortunadamente en nuestro país contamos con muchísimos restaurantes estupendos y reconocidos, y yo particularmente tengo la suerte de vivir en Madrid, pero me ha sorprendido últimamente Ovillo, por su impresionante espacio en mitad del barrio de Prosperidad, por su cocina delicada y por la sensibilidad de su chef Javier Muñoz-Calero. Además tienen “Cocina Conciencia” que es un proyecto de Fundación Raíces con el objetivo de la incorporación laboral y social de jóvenes españoles y extranjeros de 16 a 25 años sin referentes adultos en España o en situación de vulnerabilidad”.

¿Qué es lo que más te atrae del mundo del vino?

“La gente: desde los bodegueros y enólogos hasta los compañeros, los hosteleros, sumilleres… y también los consumidores: tener la sensibilidad de disfrutar y valorar una botella de vino en su medida tiene una magia que no se da más que con la gastronomía, de hecho el vino legalmente se considera un alimento, sobre todo del alma”. 

¿Cómo llegaste a este sector desde un punto de vista profesional?

“De formación soy biólogo marino y trabajé unos años en biotecnología pero siempre me sentí muy atraído por el sector agroalimentario, por lo que hice un máster donde descubrí este sector y enseguida encontré trabajo en el vino, hace ya más de 18 años”.

¿Cuáles son los retos que tiene Valtravieso a nivel comercial a corto plazo?

“Consolidarnos como referente en el mercado nacional de hostelería premium sobre todo en Madrid y Barcelona, pero también centrándonos en mercados importantes como el sur, levante o las islas. También el norte, donde cada vez tenemos más mercado, sin olvidar ser profetas en nuestra tierra: Valladolid”.

¿Cómo ves Valtravieso en el futuro?

“Como un proyecto diferenciado como hablábamos antes, y que por desgracia, con las variaciones climáticas que estamos sufriendo, la latitud y altitud de nuestro viñedo nos van a ayudar a continuar elaborando vinos frescos, de carácter mineral, elegantes y de trago largo, como hay que beberse la vida”.