En pleno aniversario, ya que Valtravieso Bodegas y Viñedos cumple 30 años desde la elaboración de su primer vino, entrevistamos a Pablo González Beteré para charlar con él sobre la evolución del proyecto en estas tres décadas, sobre el equipo, retos presentes y futuros, hitos y logros.

¿Qué balance realizas de estas 30 cosechas, de los 30 años que han pasado desde el primer vino de Valtravieso?

“El balance es muy positivo. Durante estos 30 años hemos aprendido mucho de nuestro viñedo, de nuestro entorno y de los mercados. Y a pesar de ello, seguimos pensando que este camino no ha hecho más que comenzar y que tenemos mucho trabajo por delante todavía. Este proyecto se inició con una estructura muy pequeña, con una producción de no más de 25.000 botellas, y hoy Valtravieso es una marca consolidada en el mercado nacional, reconocida por su posicionamiento en vinos de calidad y que elabora en 5 denominaciones de origen en España. 

En estas tres décadas ha ido evolucionado nuestra manera de entender los vinos, desde un estilo muy de Ribera del Duero hasta una interpretación más precisa de nuestro terroir, buscando, con el paso del tiempo, expresar la complejidad de nuestro entorno y de nuestros suelos a través de la elegancia y finura de nuestros vinos. En definitiva, hemos evolucionado hacia una expresión propia de nuestra Ribera del Duero de páramo calizo, que define lo que somos. Y ahí nos encontramos muy cómodos, con el convencimiento de que podemos aportar cosas muy interesantes a la Ribera del Duero, buscando la excelencia desde la diferencia, que no es más que el reflejo de un terroir único”.

¿Cómo era aquel primer vino y qué diferencias crees que hay con los que elaboráis hoy en día?

“Las primeras cosechas, las de los años 94 y 95, fueron excepcionales. Grandes vinos que buscaban la estructura típica de la Ribera, con mayor extracción aunque elegantes. Una de las principales diferencias que encontramos son consecuencia del cambio de la climatología de los años 90 hasta la situación actual. En las primeras añadas trabajábamos con un grado alcohólico de 13,5% y hoy en día, por desgracia, jugamos con 14,5%-15% de alcohol, no por capricho, sino consecuencia de las temperaturas y la climatología que soportamos actualmente.

En las primeras añadas, los vinos tenían más presencia de uvas procedentes de suelos arcillosos que les hacían ser algo más “anchos”. Esto era así porque teníamos poco viñedo y se compraba mucha uva en la zona de Burgos. Hoy, sin embargo, nuestra uva procede mayoritariamente de viñedos de suelos calizos, y en concreto de nuestra finca La Revilla. Por eso hoy nuestro estilo ha cambiado. Buscamos trasladar la personalidad del terroir a los vinos de Valtravieso y eso se traduce en conseguir vinos con algo menos de estructura, donde la profundidad, la frescura y la mineralidad son nuestras señas de identidad”.

¿Qué sientes cuando miras hacia atrás?

“Nostalgia del tiempo pasado; alegría por todo lo construido hasta ahora; inquietud por todo lo que nos queda por hacer y mejorar, siempre con el foco puesto en aprovechar la experiencia adquirida en este tiempo”.

¿Cómo describirías el páramo en el que se encuentra la Finca La Revilla de Valtravieso para quienes no conozcan esta zona?

“El páramo siempre ha sido zona de tierras austeras, en altitud, con poca vegetación, donde se plantaba cereal y poco más. Es un terreno muy árido, de suelos pobres y poco profundos, un entorno exigente, pero a su vez apasionante. La belleza del páramo está precisamente en la rusticidad del entorno, la tranquilidad que se respira en la soledad del paisaje y lo extremo de su clima. La altitud que disfrutamos, ya que estamos a más de 900 metros, junto con los suelos de roca caliza que tenemos, marcan el desarrollo de un viñedo que trabaja en condiciones adversas y que está pensado para producir vinos de calidad y con personalidad, que expresen la tipicidad de nuestro terroir sobre cuatro ejes fundamentales: elegancia, profundidad, frescura y mineralidad”.

¿En qué momento crees que está ahora la bodega?

“Es un momento muy interesante. El trabajo de los últimos años empieza a dar fruto y el mercado nos reconoce como una bodega de calidad que está haciendo grandes vinos y con muchas inquietudes a nivel de nuevos proyectos. Es un momento en el que debemos seguir apostando por nuestro terroir y seguir defendiendo ese estilo tan propio de nuestros vinos”.

¿Cuáles han sido los principales hitos de Valtravieso en los últimos años?

“Realmente han sido años con muchos cambios, con mucha actividad: siempre con el foco puesto en el viñedo, hemos trabajado en reforzar la imagen de marca de nuestros vinos y en nuevos proyectos. A nivel viticultura, estamos a punto de terminar la reestructuración completa de nuestro viñedo, lo que implica la plantación de 35 nuevas hectáreas en los últimos cinco años y la sustitución de parcelas de viñedo en vaso, muy heterogéneas, por nuevas plantaciones con clones mejor adaptados a nuestros suelos y a la climatología actual. También hemos aprovechado esta circunstancia para introducir variedades autorizadas que antes no teníamos en la finca, como el Albillo Mayor, la Garnacha o el Malbec. Uno de los hitos más importantes en viticultura ha sido conseguir este año 2024 la certificación de viñedo ecológico, gracias al trabajo realizado los últimos años con prácticas y manejos totalmente respetuosos con el medio ambiente y la sostenibilidad. Desde el punto de vista de nuevos proyectos es imprescindible mencionar la puesta en marcha del proyecto Viñedos Olvidados, uno de los retos más apasionantes que tenemos entre manos”.

¿Qué ha supuesto para Valtravieso el proyecto de Viñedos Olvidados?

“El proyecto de Viñedos Olvidados es una forma de abrir una ventana fuera de la Ribera del Duero para poder aplicar la experiencia adquirida durante estos años, recuperando, y poniendo en valor viñedos que se estaban perdiendo, principalmente en entornos exigentes por altitud y por tipología de suelos. Esto nos ha llevado a elaborar en Denominaciones de Origen como Arlanza, Jumilla o Ribera del Júcar.

El proyecto en sí mismo es un reto, pero a la vez representa un soplo de frescura en nuestro desempeño diario, donde trabajamos sin ataduras ni limitaciones regulatorias. Al ser un proyecto enfocado a la calidad y con producciones muy ajustadas, nos permite ser un poco más transgresores e interpretar los varietales y las zonas tal y como los sentimos, sin encasillarnos en el estilo de la zona donde elaboramos ni en el perfil de los varietales con que trabajamos. Siempre buscamos transmitir la personalidad del terroir, como hacemos en Ribera del Duero, desde un prisma de finura y elegancia jugando con terroirs muy diferentes y varietales menos populares”.

¿Cómo describirías al equipo que está detrás de Valtravieso?

“Pues básicamente es un equipo en mayúsculas. Es la base que soporta el desarrollo de nuestro proyecto. Hoy puedo decir que tanto a nivel técnico como a nivel comercial y administrativo el equipo trabaja conjuntamente en una misma dirección. Es un equipo joven y entusiasta, perfectamente integrado y embebido de la filosofía de Valtravieso”.

Hace una década, Ricardo Velasco entró a formar parte del proyecto como enólogo y director técnico, ¿cómo ha cambiado el enfoque de la bodega desde su incorporación?

“Ricardo fue un soplo de juventud para Valtravieso. Tenía apenas 26 años cuando asumió la responsabilidad de la dirección técnica de la bodega. Su incorporación supuso un cambio en la definición de los vinos. No había trabajado antes en Ribera del Duero, por lo que no estaba condicionado por el estilo de ésta. Me ayudó mucho a entender que lo diferencial de nuestro terroir eran los suelos calizos y que había que ser respetuosos con el estilo propio de los mismos. Por eso entendimos que era importante desarrollar esa Ribera del Duero diferente”.

¿Qué evolución has percibido en la D.O. Ribera del Duero en estas tres décadas?

“Han cambiado muchas cosas y considero que para bien. La D.O. Ribera del Duero se ha consolidado como una de las denominaciones de origen de más calidad en España y hay un reconocimiento internacional hacia nuestros vinos. Pero creo que el cambio más importante se está produciendo en estos momentos, en los que las bodegas están empezando a trabajar el concepto terroir, aportando así a los vinos una personalidad especial. Se está evolucionando desde los vinos de ensamblaje hacia los vinos de terroir, lo que supone un enriquecimiento para el conjunto de la D.O. Se están empezando a descubrir muchas Riberas diferentes dentro de la Ribera del Duero. Aparte, por supuesto, de un cambio en el estilo de los vinos, modernizándose, expresando mucho más la esencia de la fruta, dejando

atrás el abuso de la maderización de los vinos y haciéndolos más fáciles de beber. Pensamos que la evolución que está teniendo la Ribera del Duero nos da la razón sobre el enfoque que le dimos hace tiempo ya a nuestro proyecto”.

En una entrevista reciente, comentabas que queréis ser capaces de volver a hacer vinos de 13 grados. ¿Por qué?

“Realmente es un reto, una apuesta por volver al estilo de los vinos de hace 30 años. Tenemos que aprender a trabajar en las condiciones climáticas actuales y conseguir que los vinos sean más amables. Si en el pasado era posible hacer vinos de guarda con 13% de alcohol muy equilibrados, creemos que con una viticultura de precisión y apoyados en la altitud de nuestro páramo debemos ser capaces de conseguir excelentes maduraciones fenólicas reduciendo el grado de alcohol. Hay que buscar el equilibrio…”.

¿Cómo ha ido cambiando el consumidor de Valtravieso en estas tres décadas?

“Creo que el consumidor actual de Valtravieso es más joven que los consumidores de los años 90. Es un consumidor con inquietudes que ha perdido el miedo a probar cosas nuevas y que abandona ese conservadurismo marquista que tanto nos persigue en este país. Tiene la mente abierta y está dispuesto a disfrutar de las cosas bien hechas y descubrir nuevas etiquetas. Un público que busca nuevas experiencias, cada vez con más conocimiento de la cultura del vino”.

¿Qué nos puedes contar de la expansión internacional de Valtravieso?

“Es una labor de largo recorrido. Seguimos trabajando para estar presentes cada vez en más mercados. Para el próximo año 2025 esperamos consolidarnos en el mercado americano con la apertura de tres nuevos importadores en otros tres estados diferentes. Estamos convencidos que el mercado americano va a ser, dentro de muy poco, si no lo es ya, el mejor mercado para la Ribera del Duero, por delante incluso de mercados tradicionales como México y Suiza. Es una realidad que a la Ribera del Duero, en general, le cuesta exportar más que a otras D.O. de España, posiblemente por ese diferencial de precio que tenemos respecto a otras zonas. Eso nos exige trabajar más, así como viajar para buscar los nichos de mercado que aprecian la calidad y la diferenciación y que no sólo buscan precio”.

¿Cómo te imaginas los próximos 30 años de Valtravieso?

“Creo que serán años apasionantes e intensos, donde tendremos una expansión de la marca tanto en los mercados de exportación como una mayor consolidación en el mercado nacional. Seguiremos focalizados en Ribera del Duero y será el momento de conseguir la madurez en el proyecto de Viñedos Olvidados, que estoy convencido de que nos dará muchas alegrías en el futuro. Nuestro reto diario seguirá siendo trabajar el páramo con absoluto respeto a la tierra, con criterios ecológicos, buscando la sostenibilidad hacia la sustentabilidad”.

¿Qué desafíos crees que tiene Valtravieso en el futuro?

“Si pienso en los retos que deberemos abordar en el futuro, tengo claro que el primero estará en la producción, donde es evidente que el cambio climático nos obligará a ser aún más exigentes con la viticultura. Deberemos buscar clones mejor adaptados a las nuevas condiciones y técnicas de gestión que mitiguen los efectos de temperaturas más altas, inviernos más cortos y una menor pluviometría. Y ahí podemos decir, que nuestra ubicación en altitud, en nuestro páramo, nos dará cierta ventaja competitiva.

En lo comercial ya estamos viendo que la forma de vender el vino está cambiando, porque la forma de consumir el vino también lo está haciendo. Los canales tradicionales ya no son estancos y no están tan claramente definidos como en el pasado. Es evidente que el desarrollo del canal online será exponencial en los próximos años y debemos estar preparados para afrontarlo. Creo que es aquí, en la parte comercial, donde la diferenciación y la calidad cada vez serán más importantes para conseguir estar en todos los mercados. 

No podemos olvidar el reto de la digitalización y la incorporación de la IA en parte de los procesos de la producción, lo que exigirá importantes inversiones en el futuro. Por último, pero quizá el más importante, el reto de la sostenibilidad. Nuestra involucración con el medio ambiente es absoluta. Hoy ya tenemos certificación de viñedo ecológico y trasladaremos la certificación a los vinos en las próximas añadas. Además de esta certificación, esperamos poder obtener la de Bodega Sostenible (Wineries for Climate Protection) posiblemente a finales del año 2025 o principios del 2026. Pero más allá de la sostenibilidad, buscamos la sustentabilidad, exigiéndonos una mejor gestión de los recursos y comprometiéndonos al equilibrio, asegurando la continuidad de los mismos”.