“Viñedos Olvidados es una deuda que queríamos saldar para intentar devolverle al sector del vino algo de lo que hemos aprendido en los últimos 30 años elaborando en nuestra Ribera del Duero. Por eso hemos buscado zonas como las que tenemos aquí, con suelos pobres y calizos en altitud con viñedos viejos y producciones cortas”. Pablo González Beteré, consejero delegado de Valtravieso Bodegas y Viñedos explica así el origen del nuevo proyecto, Viñedos Olvidados. Esas zonas son tres Denominaciones de Origen muy especiales con identidad propia: D.O. Arlanza, D.O. Jumilla y D.O. Ribera del Júcar

Arlanza fue un amor a primera vista, fue un flechazo. Hace 5 años que probé por primera vez sus vinos y descubrí que había cosas muy interesantes: fruta, rusticidad, vinos muy finos y con mineralidad. Tuvimos la fortuna de conocer a Luis Martín, nuestro vigneron, que es de Lerma y tiene Arlanza en la cabeza y en el corazón, y fue él quien nos permitió acceder a lo que conocemos actualmente”, explica González Beteré.

Los viñedos de Valtravieso en esta D.O. tienen una ubicación privilegiada en Covarrubias, en plena ribera del Arlanza, y junto a la sierra de Las Mamblas con un paisaje excepcional compuesto de viñas centenarias en vaso. Esta zona es compleja: requiere una gestión de viticultura extrema ya que no hay riego, hay muchas heladas, mucho bosque y animales que se comen el fruto. Sus suelos son pobres, muy viejos y bastante profundos, compuestos principalmente de aluvión con cantos rodados, arena y arcilla en el fondo. Sus viñedos, muy antiguos, mantienen el estilo de plantación original donde convivían diversas variedades tanto de uvas tintas como uvas blancas, sin prácticamente espacio entre las viñas, requiriendo un trabajo muy manual. Los viñedos están compuestos de multitud de variedades como son la tempranillo, que se encuentra al límite de la maduración por la confluencia de altitud y latitud, y la garnacha tintorera, entre otras muchas. Esta diversidad de varietales aporta complejidad y equilibrio en los vinos.

De esta D.O ha nacido Muniadona: un vino complejo, completo y complicado, inspirado en Muniadona, madre del primer conde de Castilla e ilustre vecina de Covarrubias en el siglo X. Elaborado con más de 9 variedades blancas perdidas en los viñedos centenarios de uva tinta que son vendimiadas racimo a racimo.

El tinto de parcela Cerro Cerezo surge de la parcela Los Lirios, cercana al Río Arlanza, que se dibuja a través de un paisaje rodeado de cerezos y un terreno que traza pinceladas de fina arena y canto rodado sobre un lecho arcilloso. Es la tierra donde enraíza el viñedo olvidado que dota a este vino de un carácter mineral, profundo y complejo. 

De la D.O. Arlanza también es Las Mamblas, cuyo nombre hace honor a la sierra homónima, que perfila el horizonte de Covarrubias. En las zonas altas de sus laderas, cercanas a los 1.000 m de altitud, se encuentran los viejos viñedos olvidados que dan origen a este vino y definen su personalidad: atlántico, elegante y honesto. 

“Los otros dos proyectos (D.O. Jumilla y Ribera del Júcar) son una deuda de Ricardo Velasco (enólogo y director técnico de Valtravieso) con sus raíces. Queríamos ir hacia el Mediterráneo pero interpretando el monastrell o la bobal desde nuestra experiencia y con la elegancia de nuestros vinos, para disfrutar de ellas. Nuestra misión es intentar hacer cosas enfocadas hacia el terroir”, reflexiona el consejero delegado de Valtravieso. 

La D.O. Jumilla es una de las más antiguas y un referente del vino del sudeste de España. Su tradición vinícola es importante, se han encontrado los restos de vitis vinífera más antiguos de Europa (año 3.000 a.C.). La D.O. Jumilla se caracteriza por sus vinos de corte mediterráneo y muy alcohólicos. Valtravieso, por el contrario, trabaja la variedad Monastrell desde un enfoque más fresco, más vertical y no tan pesado, buscando el estilo propio de la casa, vinos finos, elegantes y verticales donde la madera acompaña pero no enmascara la personalidad de la uva.

En Jumilla ha surgido Pie Firme: un vino con altitud, caliza y carácter, surgido de parcelas con cepas prefiloxéricas arraigadas a un terreno calizo en altitud que marcan mucho el carácter y tipicidad del vino. Su uva es monastrell en pie franco sobre suelo calizo que trasmite una nobleza a la variedad y una capacidad de producir vino fino superlativa.

La tercera D.O. de Viñedos Olvidados es una comarca con un profundo arraigo en el cultivo de la vid y los cereales y que está influenciada por el río Júcar que recorre sus tierras: D.O. Ribera del Júcar. Su altitud media es de 750 metros y sus suelos son profundos, de materia arcilloso-calcárea cubiertos por un espectacular manto de cantos rodados donde reposan los viñedos. En este entorno, el río, el clima, la tierra y la labor paciente y constante de sus gentes han permitido obtener frutos únicos, especialmente con sus viñedos de los que se obtienen vinos de la más alta calidad.

El interés de Valtravieso en esta zona surge de la idea de rescatar y revalorizar viñedos antiguos de bobal de gran calidad que, por culpa de su baja productividad, se estaban abandonando. Valtravieso, siguiendo su filosofía sobre elaborar vinos diferentes y únicos en la zona, traslada su conocimiento sobre cómo entender y escuchar el terroir propio de la zona para sacar el máximo partido a una cepa muy austera de bobal, resistente a las inclemencias climáticas y a las plagas, y muy productiva pero desde un enfoque de vino de parcela de muy baja productividad.

De aquí nace Mil Cantos: contundente, equilibrado y atemporal, es un vino que surge de unas parcelas muy viejas de bobal con una producción limitada junto con un porcentaje de airén muy viejo. La uva, muy concentrada, da lugar a un vino contundente pero equilibrado, alejado de las modas y fiel reflejo de la uva. 

Y hasta aquí nuestro viaje, que solo acaba de empezar. Porque Viñedos Olvidados de Valtravieso nace para que nuestras cepas no se pierdan, para que podamos seguir catando y contando historias. Este es nuestro legado.