Mientras leemos esta deliciosa y delicada obra, nos acompaña una copa de Pie Firme, del proyecto Viñedos Olvidados: un vino que plasma la altitud, la caliza y el carácter de la D.O. Jumilla, donde nace.

“De noche, algunos cuentan ovejas y otros leen novelas de misterio. Yo me tumbo en la cama y me pongo a pensar en comida”. Así confiesa Laurie Colwin, en “Una escritora en la cocina”, su debilidad por un placer tan terrenal y apasionado con el que tanto empatizamos. Este libro, publicado en 1988 y editado por Libros del Asteroide, está a medio camino entre las memorias y un recetario de cocina, en forma de festín literario con mucho gusto, cercano, honesto, en el que la autora narra con generosidad y optimismo divertidas anécdotas y espontáneos consejos acerca del gozo de cocinar y de compartir mesa.

En la nuestra, mientras leemos esta deliciosa y delicada obra, nos acompaña una copa de Pie Firme, del proyecto Viñedos Olvidados: un vino que plasma la altitud, la caliza y el carácter de la D.O. Jumilla, donde nace. Elaborado con uva monastrell procedente de viñedos en pie franco, es un viaje a una de las zonas con mayor tradición vinícola del sudeste de España. Allí, Ricardo Velasco, enólogo y director técnico de Bodegas y Viñedos Valtravieso, ha podido dar forma a este vino elaborado con su variedad fetiche, la monastrell. El romanticismo lo pone, también, la tipología de las viñas: prefiloxéricas, supervivientes de una plaga que asoló parte de la viticultura europea en el siglo XX. Pie firme lleva ese carácter resiliente ya en su nombre, que es toda una declaración de intenciones. Y, sorbo a sorbo, nos empapamos de esa historia que cuenta este vino con aromas a garriga, a monte bajo, a romero. El paisaje encapsulado en una botella.

Pero volvamos a la lectura: “A solas con una berenjena”, “Freír pollo”, “Hacer pan sin morir en el intento” o “Verdura sí, con disimulo” son algunos de los sabrosos relatos que nos regala Laurie Colwin en este libro. Mientras paladeamos sus mordaces afirmaciones, que en ocasiones hemos de reservar y dejar enfriar antes de hincar el diente, Pie Firme nos sorprende en nariz con notas de fruta roja y negra en sazón sobre un fondo de hierbas aromáticas. Tras leer alguno de sus periplos en los fogones, dejamos templar nuestras sensaciones y bebemos un trago del vino que hemos elegido para nuestra tarde literaria. El paso por boca es vibrante, con tanino de caliza, reactivo pero muy fino y un final largo y aromático. Continuamos, que nos está esperando el siguiente capítulo: “Cocina fácil para almas extenuadas”. Cada episodio es un sápido bocado que nos transporta a ese mundo culinario tan omnipresente en nuestras vidas.

Durante la narración, encontramos también recetas muy singulares salteadas con otras más ordinarias, que suenan sencillas en los textos de Colwin: cómo hacer la ambrosía de naranja, una tarta de cumpleaños letona… o una hogaza. No sabemos si al leer “Una escritora en la cocina” te entrarán las ganas de cocinar, pero estamos seguros de que al menos te hará salivar. Y quizá, hasta atempere tus ansias de hacerlo todo a la vez, porque Colwin lo ejecuta con maestría: cocinar, comer, beber… y vivir.

Ya se nos ha despertado el apetito. ¿Y ahora, con qué maridamos Pie Firme, además de con una amena lectura como “Una escritora en la cocina”? Con un arroz frente al mar o un plato veraniego de pasta con tomate y albahaca en el jardín, aunque también combina a la perfección con carnes blancas a la brasa o pescados grasos como el atún rojo. ¡Cocinillas, ha llegado el momento de pasar a la acción!